DIPLOIDE: TO THE BEAT Y'ALL
Más de lo mismo. Los pocos espectadores llegan tarde, el directo comienza tarde, el portero nos mira mal, nos toma las “matrículas”: - Cuando termine esto no entráis más (piensa el gorilazo). Mejor. Que se joda el portero y el “Fucking” Cum. Nos vamos enfrente, allí no nos miran mal. Por 2.99 euros cenamos, llenamos el buche y vuelta al directo; ahora sí ha comenzado.
Mejor que otras noches estuvieron los minutos anteriores al directo de los vallisoletanos Diploide. Música acorde con el estilo que vendría después y una sensibilidad otras veces inexistente. No funciona el nuevo formato Cum Sonic. El lugar es el menos idóneo para llevar a cabo este tipo de espectáculos. Aún así un reducido público se sigue paseando por este local supongo que en busca de una sorpresa o un golpe de magia, o simplemente porque hace buen tiempo y es mejor estar en la calle que en casa. Sea como fuere Diploide no hizo magia, aunque sí dio la sorpresa. Claros amantes de la escena más old school del hip hop neoyorkino desplegaron su repertorio de beats y melodías sintéticas al más estilo block party. El problema es que no estábamos en el barrio y aquello de party tampoco tenía demasiado. Sonidos que recordaban al padre Grandmasterflash acompañados de un garbanzo guasón y simpático tensaron más de una sonrisa a unos asistentes desconcertados que se preguntaban si lo que estaba sucediendo podía ser verdad. Música de calidad y rap de petardeo. Un purista lo definiría como mierda. Un rockero como algo divertido. Envueltos en unos visuales tan insulsos como discordes, Diploide facilitaron un ambiente propicio a las risas y el comentario amistoso, en un Cum cada vez más vacío y triste y cuyo fracaso no hace otra cosa que recordar la época gloriosa de unas conchas electrónicas plurales, abiertas y depuradas.
Mejor que otras noches estuvieron los minutos anteriores al directo de los vallisoletanos Diploide. Música acorde con el estilo que vendría después y una sensibilidad otras veces inexistente. No funciona el nuevo formato Cum Sonic. El lugar es el menos idóneo para llevar a cabo este tipo de espectáculos. Aún así un reducido público se sigue paseando por este local supongo que en busca de una sorpresa o un golpe de magia, o simplemente porque hace buen tiempo y es mejor estar en la calle que en casa. Sea como fuere Diploide no hizo magia, aunque sí dio la sorpresa. Claros amantes de la escena más old school del hip hop neoyorkino desplegaron su repertorio de beats y melodías sintéticas al más estilo block party. El problema es que no estábamos en el barrio y aquello de party tampoco tenía demasiado. Sonidos que recordaban al padre Grandmasterflash acompañados de un garbanzo guasón y simpático tensaron más de una sonrisa a unos asistentes desconcertados que se preguntaban si lo que estaba sucediendo podía ser verdad. Música de calidad y rap de petardeo. Un purista lo definiría como mierda. Un rockero como algo divertido. Envueltos en unos visuales tan insulsos como discordes, Diploide facilitaron un ambiente propicio a las risas y el comentario amistoso, en un Cum cada vez más vacío y triste y cuyo fracaso no hace otra cosa que recordar la época gloriosa de unas conchas electrónicas plurales, abiertas y depuradas.
Telúrico
3 comentarios:
El aburrimiento es mi pasatiempo. El aburrimiento es mi pasatiempo. El aburrimiento es mi pasatiempo.
Flipé en ese "concierto"... y no precisamente en el buen sentido...
Pon tu culo gordo a bailarrrr....Pon tu culo gordo a bailarrr...Pon tu culo gordo a bailar....
Sin las Conchas Electrónicas el festival no tiene encanto, salvo el teatro de Jan Fabre, todo lo demás me ha parecido mediocre, o quizás acorde a la crisis...
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